Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Investigación FAMECOM
A la hora y día que escribo esta colaboración, la jornada electoral todavía es joven. A pesar de ello, no paran de llegar encuestas que declaran su procedencia “a boca de urna”. Cada cual hace su lucha dedalerapara declararse ganador. Los demás cargos que toman parte en la contienda simple y llanamente tendrán que dejar pasar el eclipse generado por competir junto con los candidatos a la silla presidencial.
Desconozco si será una noche larga o corta. La adivinación no es lo mío y la especulación está fuera de mis manías. Lo que sí me parece es que al margen de los resultados que hoy aparecen en esta edición del lunes, un segmento de la ciudadanía esperamos que los políticos y todos los partidos den muestras de madurez, de serenidad y de genuino interés por el país.
Quien haya resultado ganador tiene ante sí una montaña de problemas que encarar. Nadie podrá solo, se llame como se llame. En México existen carencias que emanan de la desatención, de las simulaciones, de la desigualdad, de un profundo desconocimiento de varios asuntos (además, no aceptado) y de la necia visión cortoplacista que a toda costa quiere cosechar resultados dentro del sistema métrico sexenal; llevadas frenéticamente a fachadas, primeras piedras e inauguraciones de obras.
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El entorno globalizado juega un papel central en la vida de cada país. Ese factor no gusta de ser incluido dentro de las campañas políticas, a fin de por lo menos matizar o atemperar los compromisos que usualmente hacen los candidatos a la presidencia. Nada de eso. Señores todopoderosos que dirigirán al país en cuestión, creen que nada empañará sus ofrecimientos o metas, porque si ocurre una crisis en la economía a escala mundial, en regiones determinadas o con insumos como: alimentos, petróleo, gas, electricidad, agua, acero o aluminio, ellos caminarán sobre aguas turbulentas para sacar al país a base de carisma y discursos.
Ayer, 1º de julio, pasará a la historia como una de las elecciones más complejas en la memoria reciente del país. Una etapa que arrancó en los años 90. Cada voto en la urna cuenta por uno. En esta materia, como todos lo sabemos, pervive un subconjunto de sufragios en los que el motivo, la causa que lleva a cruzar la decisión en una determinada opción, aún está lejos del pleno ejercicio de la libertad ciudadana.
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