¿Carácter fuerte o débil?

Fecha de Publicación: 11/06/2012
Esta columna fue publicada en el periódico Milenio Estado de México.

Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Investigación FAMECOM

El tema de este lunes y de los próximos días, estará ligado a lo que sucedió anoche durante el segundo debate entre los cuatro candidatos a la Presidencia de México. Pero quiero distraerles con otro asunto a escala humana, de orden más personal.

¿Ha notado cómo galopa la creencia de lo que es una persona de “carácter fuerte”? Sin duda usted lo tiene claro; acuden a nuestra memoria formas de ser que calificamos así y que proceden de quienes fácilmente pierden los estribos; son impacientes; gritones (as); intolerantes irredentos; de mecha corta, como se diría en la política; incluso suelen ser de pocas palabras, muchos manotazos y crean cascadas de renuncias, cuando tienen un pedazo de poder sobre los demás; son aquellos que usan como único argumento su propio gusto; aquellos cuyo carácter disparejo y bajo control emocional opera como verdadera escopeta, pues cuando transitan por un mal momento (situación frecuente) pegan a diestra y siniestra a muchos, sin que tenga la menor importancia a quiénes afectan y si la deben o la temen. ¡Esas son a las personalidades a las que les obsequiamos la inmerecida categoría de “carácter fuerte”. Lo que les corresponde, desde mi punto de vista, es que se trata de personalidades con carácter débil, no fuerte.

Y esos rasgos de debilidad, si se asumen como tales, permitiría a los individuos trabajar en aquellos aspectos de su personalidad que mayor bien les haría. Con ello, otros seres humanos con los que conviven y les padecen, recibirían bocados de felicidad ¿Cómo despojarse, poco a poco,  de ese malentendido  “carácter fuerte”? Trabajando para desarrollar algunas virtudes indispensables.

Se podría comenzar con la humildad.  El filósofo Baruch Spinoza, escribió: “La humildad es una tristeza nacida de lo que el hombre considera su impotencia o su debilidad”. Por ello, André Comte-Sponville anotará: “sin la humildad, el yo ocupa todo el espacio disponible”. Pero esa humildad no se puede abrir a plenitud sin la virtud de la sencillez. El ser humano que la cultiva, experimenta el fluir de su existencia casi como se da su respiración, es decir, sin pretender la gloria ni mayor retribución ni afrenta. Tengamos presente, otra vez, al mismo Comte-Sponville: “Sencillez de lo real, incluso cuando es complejo; claridad de pensamiento, incluso cuando es dif, cuando tienen la mala fortu cuando es complejo; claridad de penssamiento espiraciano que cultiva la sencillez d que mñícil”. Ambas virtudes han de estar escoltadas por el buen humor. Dicho sea de paso, una virtud muy escasa y, la mayoría de las veces confundida con la ironía. Tener buen humor nos habla de lucidez, de humildad, de generosidad, de ausencia de severidad y de carencia de soberbia; connota generosidad y dulzura ¿De carácter fuerte o débil? Prefiero a quienes son o tratan de ser, buenas personas.

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