Son piezas creadas o trazadas para ser vistas y leídas. Están diseñadas con dos elementos conexos: dibujo-imagen y texto, frases, enunciados y algunas expresiones onomatopéyicas. Entre ambos componentes se da un interjuego que es capaz de producir un mensaje integrador que ha de ser decodificado (interpretado por el lector-visor). La mayoría de las caricaturas políticas hacen uso de los recursos generados desde el lenguaje del cómic. Cuando la pieza está frente al lector, uno de los propósitos anhelados por su autor es provocar la risa en el lector avezado; una suerte muy especial de alegría, de divertimento, de sátira, que nos ayuda a transigir con la tragedia, con el dolor, con la trampa, con la oscuridad y con la decrepitud del mundo (político) que nos circunda.

En México, la caricatura política se ha recuperado (y estudiado) desde hace por lo menos dos siglos, como parte de uno de los géneros periodísticos. Este tipo de piezas comunicativas, en la mayoría de los casos, tienen como fines centrales hacer una labor de crítica en torno a lo que hacen o deciden las personas o grupos que detentan el poder; de ahí que a lo largo de la historia del país –previo incluso al inicio del movimiento de Independencia—los cartonistas o dibujantes de estas piezas hayan pagado altos costos al increpar, burlarse, ridiculizar o  evidenciar las intenciones o pocas luces de algunos monarcas, militares presidentes y candidatos a la silla, de aquellos años.

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También la caricatura política y algunos de sus creadores, han sido cooptados tanto por los recién excluidos del poder como por los que abren bocado con las mieles de los nuevos cargos. Por ejemplo, apenas llegó a la presidencia Francisco I. Madero, a través de diarios como Multicolor, Ypiranga y Ojo Parado (financiadas por ex porfiristas) los dibujantes de aquella época lanzaron tóxicos dardos al idealista mandatario; Francisco Villa y Emiliano Zapata tampoco se escaparon del escarnio.

Las épocas doradas para los gobernantes y empresarios, en la que se registró un descenso de la caricatura política, llegó con el denominado presidencialismo, iniciado con Plutarco Elías Calles y su amplio periodo –tras la silla– conocido como el Maximato; hasta que Lázaro Cárdenas del Río rompió con él y lo expulsó del país. Seguiré…