Con la reciente visita del Papa Benedicto XVI a nuestro país, los católicos se han volcado física o mediáticamente, para tratar de ser testigos de un acontecimiento que quizá se va a repetir en el futuro ¿Por qué tenemos una visita más del representante terrenal de Cristo? ¿Qué méritos tienen los católicos mexicanos para recibir esta nueva “concesión papal”? Los especialistas han señalado que la agenda del Papa Ratzinger está orientada a impulsar reformas constitucionales que habían convenido con Vicente Fox, cuando éste era Presidente de México. Ahora el Vaticano pretende analizar posibilidades para lograr que el poder legislativo acepte hacer enmiendas para que la formación religiosa (Católica) que se recibe en el seno familiar, se pueda fortalecer en las aulas, sin perder el laicismo (¿?) Eso sí que es un nudo Giordano. La jerarquía católica busca convencer al gobierno de México que a los sacerdotes no se les limiten sus derechos ciudadanos y que puedan inscribirse como candidatos a puestos de elección popular, como sucede en otros países. Y buscan un mayor y más claro acceso al uso de los medios de comunicación, para impulsar esta religión de manera más palpable y masiva. No mañana, pero sí al paso de los próximos años, nos enteraremos de lo que  a nuestras espaldas se pactó en esta visita tan especial.

Detrás de la expresión: “México, siempre fiel”, que rezaría el antecesor de Joseph Ratzinger ¿qué estrategia subyace? Van algunas cifras. México ocupa el segundo sitio, por el tamaño de creyentes que profesan la religión católica; sólo nos supera Brasil; de allí que el Papa haya viajado en el año 2007 a ese país. En México se reportan 92.9 millones de católicos, es decir, casi 83%. La inmensa mayoría, punto. ¿Cómo no visitar un territorio que, dada su fe, aporta a las arcas del Vaticano –mediante diezmos, limosnas y generosas aportaciones de algunos adinerados fieles—una tajada de lo que necesita para operar en la tierra? ¿Por qué, si el Papa está ahora tan cerca de Estados Unidos o de Canadá, no les visita? Por una sencilla razón, allí el porcentaje de población católica apenas llega al 25% y 45%, respectivamente. Viajó al Estado de Guanajuato porque allí reside el mayor porcentaje de creyentes católicos: 97%.

También inquieta al Vaticano la creciente fuerza que están adquiriendo aquellas religiones no católicas que han ganado adeptos o conversos, pues reducen el número de fieles y proveedores de lo que cuenta: lo económico. Por si ello fuese poco, las cifras oficiales reportan que en el año 2010, 4.6% de las personas encuestadas durante el Censo de Población y Vivienda, expresaron no pertenecer a ninguna religión, especialmente entre el segmento de los jóvenes.

Otro eje que alarma es que seguramente el Vaticano posee datos en torno a que muchas personas, siendo católicas, no ven dificultad al mezclar su fe en Dios, con el uso y consulta de mancias como horóscopos, lecturas de cartas, líneas de las manos, ouijas, angeologías y/o con filosofías como los yoguistas de diversa índole, para tratar de arreglar, a su manera, su diaria existencia.