En la mayoría de las escuelas de nivel básico se sigue ensañando la Historia de México con arreglo a una óptica de inmaculados héroes contra villanos. A dicha visión se le conoce como la “historia de bronce” de los países. Hoy lunes por la noche, como un ritual, ahora  transmediatizado y persistentemente mitificado a conveniencia de distintos y pretéritos gobiernos y gobernantes, un sinnúmero de patriotas celebrarán el “Grito de Independencia”. Van tres breves precisiones, con la idea de incentivar la lectura y un mejor acercamiento a lo que sucedió.

1). Aquella madrugada del domingo 16 de septiembre, ante el sorpresivo descubrimiento de la conspiración gestada en Querétaro, el cura José Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga (si hemos de reponer el crédito de la madre que lo parió), arengaba a los pobladores de la zona, para luchar contra el mal gobierno novohispano; no contra la Corona española. Tan diáfana era su posición que el mismo cura y militar Hidalgo y Costilla marcaba y advertía que no tenía nada contra el Rey Fernando VII. Por ello se dice que parte del grito de Dolores fue: ¡Viva Fernando VII!  Su foco estaba contra los criollos más pudientes que él; que además lo acaparaban todo. Vamos, la élite de la época. Para que muchos le siguieran a la batalla, Miguel Hidalgo también espetó: ¡Viva nuestra madre Santísima de Guadalupe! Otros estudiosos señalan que pudo haber dicho ¡Viva la religión y muera el mal gobierno!

2). Lo que parece más creíble es que dicha arenga fuese pronunciada por el cura más o menos en la madrugada o muy temprano de aquel día domingo 16 de septiembre, y no el sábado 15. ¿Quién provocó tal dislate? Uno de los inefables y longevos presidentes de este país: Don Porfirio Díaz. Embadurnado hasta el tuétano de poder, a Díaz se le ocurrió la idea de torcer un poquito  la emblemática fecha, para hacer coincidir su cumpleaños, que eran los días 15 de septiembre, con el planteamiento –candorosamente forzado—de que “en realidad” Miguel Hidalgo había hecho sonar el grito libertario e independentista justo ese sábado 15 de septiembre de 1810. Gajes y oficios del poder. Desde entonces, fieles a dicho retorcimiento y con la poca preparación que nos caracteriza como país, fatuos y patrioteros, nos sumamos a las festividades desde el día 15 de septiembre.

3). Lo que sí ocurrió es que el 16 de septiembre de 1810, se dio inicio a un movimiento armado, desastroso, algo fratricida, lleno de traiciones, que no buscaba la soberanía, pero cuyo epílogo independentista se “concretó” hasta 1821, con la venia del reino español, Iturbide mediante. Hace tanta falta leer, enseñar y desmitificar. Se podría celebrar con pleno conocimiento de causa, pero en las fechas acertadas. ¡Viva México!