En nuestro país se reporta que 47.4 millones de personas tienen acceso a internet. Un porcentaje (44%) por debajo de otros que tienen condiciones similares, en términos de su desarrollo. Los hogares que tienen conexión a internet en México, apenas alcanza al 34.4% de las viviendas. Países como Brasil (39.6 por ciento); Chile (40.9); Argentina (47.5); Costa Rica (46.7); Uruguay (48.4) y, Colombia (35.7), nos llevan ventaja en este indicador. Nada más estamos en el último lugar entre los países que forman parte de la OCDE.

Si bien se están realizando valiosas acciones en el programa federal denominado “México Conectado”, para hacer posible que la población tenga mayores posibilidades de acceder a los contenidos de internet, todavía pasarán dos o tres años antes de que comencemos a ver resultados palmarios. Conforme la edad y el nivel de escolaridad avanzan, el acceso y uso de la mega-información en la nube, crecen considerablemente. Del total de los(as) estudiantes que tienen entre 6 y 12 años de edad (cursan primaria), únicamente el 26 por ciento tiene acceso a internet en México. Cuando están en secundaria, casi el 44% de los(as) chicos(as) consiguen estar conectados a la nube; más de la mitad de estos jóvenes, no.

La proporción de los “conectados”, llega hasta el 68%, cuando estos alumnos alcanzan los estudios de nivel medio superior. Todavía más. Cuando un reducido 30 por ciento de los jóvenes que tienen entre 19 y 23 años de edad, ingresan a los estudios superiores o de posgrado, el 90% de ellos(as) se tornan en usuarios(as) de internet, por obra y magia de estar cursando estos niveles de escolaridad. ¿Hace falta insistir en la importancia capital que tiene para el país ampliar la cobertura y calidad de los estudios de nivel medio superior y superior? No.

El acceso a internet es un indicador elemental. Nos dice cuántos y qué proporción de usuarios existen, pero nada más. Un segundo nivel de análisis consistiría en preguntarnos qué estamos haciendo con dicho acceso. El 70% de los(as) internautas expresan que ingresan a internet a “buscar información”. Una expresión vaga y poco esclarecedora.

El punto neurálgico sería qué tipo de información es la que buscamos en la red de redes. Por ejemplo: ¿Deportes, espectáculos, noticias, música, filmes, recetas, videos chocarreros o estúpidos, infocotilleo, artistas favoritos, política, historia, arte? La calidad, confiabilidad, validez y pertinencia de esa información es lo que le brinda sustancia y dirección a la actividad genérica denominada “buscar información”. Consecuentemente, hace falta profundizar en este tipo de indicadores de superficie, para reflexionar acerca de qué estamos haciendo socioculturalmente con este aporte tecnológico.