Acceso y uso de Internet – Parte II

Fecha de Publicación: 07/12/2015
Esta columna fue publicada en el periódico Milenio Estado de México.

Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Investigación FAMECOM

En la red de redes hay usuarios y de aportadores de información que requieren atención. Entre los 47.4 millones de internautas de nuestro país, un significativo porcentaje de ellos(as) tiene entre 6 y 12 años de edad. Están acampando en la infancia. Una etapa que tiene anchas zonas de vulnerabilidad porque no se comprenden las repercusiones  psicológicas que tendrán determinadas experiencias, recibidas a temprana edad. Otro segmento de la población que “busca información” en internet tiene entre 13 y 19 años. Para la mayoría de estos jóvenes, su vida comienza a asomarse a otras dimensiones de lo que será su biografía. En este rango de edad, lo acepten del todo, poco o nada sus respectivas madres y/o padres, la sexualidad de chicos(as), sus flirteos, enamoramientos y  en general su vida erótico-amorosa constituyen componentes sustanciales de su existencia.

Para ambos grupos –infantes y jóvenes, muy jóvenes–, en tanto se conectan a internet, poco o casi nada alcanzan a percibir en materia de riesgos o desgracias que están a una fracción de segundo, con sólo hacer clic en un sitio inapropiado. Esa falta de previsión del peligro tiene que ver principalmente con la condición de ser infante o joven; el desarrollo neuronal aún no da para medir consecuencias a mediano o largo plazos.

La vida conectada a internet, parece inocua, desprovista de infelicidad. Muchos niños(as) y jóvenes consideran que por el hecho de estar cobijados por los muros de su habitación o dentro de las aulas, están a salvo. Existe un túnel eficiente y efectivo, capaz de conectar lo digital con el mundo real. La razón es muy simple: detrás de la información y de las páginas colgadas en internet, existen personas de carne y hueso.

Como mundo adulto, por distintos medios,  tenemos la responsabilidad de hacer ver a nuestros hijos e hijas que corren riesgos. Si bien el acceso a un mundo pletórico de información facilita y resuelve diversos aspectos de nuestras vidas e incluso se llevan a cabo un sinnúmero de proyectos y actividades valiosas, no es menos cierto que cada día crece una amplia gama de actividades ilícitas, delincuenciales, que intentan o logran afectar la integridad, la confianza y la dignidad de las personas más frágiles.

Redes como: Facebook y Flickr, ambas creadas en 2004; Twitter (2006); Instagram (2010); ASK.FM (2011) y, Snapchat (2011), entre otras, enfilan sus aplicaciones hacia las necesidades sociales y psicológicas que experimentan muchos(as) niños(as) y jóvenes. No se advierte que frecuentemente se comparten en redes sociales asuntos privados y, todavía más, aspectos íntimos. Una vez “compartida” la fotografía, el video, el mensaje de texto, el resultado puede ser fatal e irreversible. ¡He ahí la vulnerabilidad!

  • responder Silvia García Fajardo ,

    Me gustó la publicación porque se cuestiona la inexistente frontera entre lo público y lo privado. Una sugerencia: en la tercera línea del último párrafo dice «no se advierte que», por lo que debe decir «Se advierte que» porque de lo contrario se contrapone con la última idea.

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