Fecha de Publicación: 30/12/2013
Esta columna fue publicada en el periódico Milenio Estado de México.

Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Investigación FAMECOM

La semana pasada fui a consultar a dos jóvenes que destacan en el área de las tecnologías computacionales y una más que despunta en farmacéutica. Cada uno me está ayudando para contar con un sistema que permita analizar una extensa base de datos sobre un conjunto de investigaciones en nanomedicina, reportadas por México durante el periodo 2000 a 2012. Los visité en la ciudad de Harrisburg, Pensilvania. Uno de los jóvenes vive allí desde hace nueve meses. Su plan es quedarse a laborar en EEUU, como ahora lo hace para una consultora en desarrollo de software. Trabajamos durante tres días en este proyecto que tengo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEM.

Al joven que radica allí, so riesgo de resultarle incómodo, le inquirí sobre las razones de su traslado profesional a suelo estadounidense, dado que –según me relató—trabajaba para un corporativo en México, con buen sueldo y prestaciones dignas. He aquí un extracto de sus respuestas. 1). En México me agobia la inseguridad; agrega tensión a mi vida. Puedo esforzarme durante varios años en mi empleo, hasta conseguir mayor calidad de vida. Pero de la noche a la mañana todo lo puedo perder, víctima del robo o de un asalto. Si me animo a la farragosa denuncia, la reparación del daño nunca llegará. 2). Acá, puedo caminar por las calles hasta altas horas de la noche, sin temor. 3). Los impuestos se ven reflejados en mejoras palpables y se convierten en un bien común para todos. 4). Como puedes ver –me dijo—vivo en una zona en la que los anchos jardines, las calles, avenidas y el alumbrado público son atendidos y cuidados por el gobierno local, mediante el pago de nuestros impuestos. Las carreteras están en condiciones óptimas; el acceso a internet y a la telefonía celular son más baratos que en México y tienen alta eficiencia. Prima la competencia entre las empresas. En México hay monopolios y nadie los quiere tocar; eso afecta mucho a los consumidores y encarece los servicios.

Mi interlocutor continúo: 5). Tengo una jornada ardua, de alta exigencia, pero mi jefe expresa su reconocimiento ante mi desempeño; puedo hablar con él clara y directamente; acepta sugerencias que pueden contribuir a mejorar los resultados en los proyectos que tenemos a cargo. Gozo de vacaciones y respetan mi derecho a tener vida personal y familiar. Sin rodeos, he comentado que necesito tiempo para hacer ejercicio. Consecuentemente, puedo modificar mi horario de trabajo para estar en mejores condiciones de desempeño. El derecho al descanso y a la recreación son una realidad. 6). Por encima de todo, sé que mi esfuerzo, conocimientos, experiencias y buenos resultados constituyen el puente para mejorar y hacer carrera aquí. ¿Regresar a México? ¿A qué escenario y para qué? Me ahogué en el silencio.

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