Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Investigación FAMECOM
En la emblemática Puebla, fundada en el año 1531, quedará para los anales que, desde el México moderno, ninguna mujer había alcanzado la gubernatura en esa histórica entidad del país. Desde luego, hemos de partir de la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929-producto del Maximato de Plutarco Elías Calles- y, luego, iniciado sinuosamente el sistema de partidos en 1939.
El primer gobernador de la hoy Puebla de Zaragoza fue el médico militar Leónides Andreu Almazán; no concluyó su periodo como mandatario, cuando todavía duraban cuatro años en el cargo. De ahí en adelante, tuvieron que desfilar 23 gobernadores más (entre constitucionales e interinos) hasta que llegó la política de extracción panista Martha Érika Alonso.
Apenas habían transcurrido diez días desde que Érika Alonso Hidalgo había tomado protesta como titular del Poder Ejecutivo en la entidad poblana, cuando sobrevino la tragedia en la que ella y su esposo, el exgobernador Rafael Moreno Valle Rosas, perdieron la vida.
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Lamentables siniestros como este, nos arrojan de bruces para recordarnos ásperamente cuán frágil es nuestra supervivencia. En el ambiente político, cuando todo parece luminoso, prometedor, atestado de ideas o proyectos, la muerte y sus intermitencias, como escribió José Saramago, no hace más que “… lo que siempre ha hecho, es decir, empleando una expresión corriente, anda por ahí, aunque más exacto sería decir que la muerte está, no anda. Al mismo tiempo, y no en todas partes. No necesita correr detrás de las personas para atraparlas, siempre está donde ellas estén”.
Es inevitable que acudan a la memoria incidentes parecidos, como el que le cegó la existencia el 4 de noviembre de 2008 al entonces Secretario de Gobernación Juan Camilio Mouriño. Tres años más tarde, el 11 de noviembre de 2011, el también titular de gobernación Francisco Blake Mora, perecía, producto de otro percance en aeronave.
¿Se conocerán las causas verdaderas del infortunio ocurrido el 24 de diciembre? Gravita tal nivel de desconfianza a lo largo y ancho del país que el Gobierno Federal, presuroso, puso en manos de peritos canadienses la investigación ¿Es la mejor manera de reconstruir la confianza y de abonar a la impartición de justicia? Creo que no; pero quizá en inglés o en francés, sonará impoluta.
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