
Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Investigación FAMECOM
Cuando preparo esta columna, faltan 18 horas para que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dirija su mensaje a la nación, con motivo del 1er Informe. Desconozco qué sucederá. Lo que sí puedo anticipar es una lista de fronteras que AMLO ha logrado colocar en el espacio público, tras nueve meses de ejercer el poder desde el Ejecutivo.
Primera línea divisoria. Hay un antes y un después; como en el mundo cristiano, Antes de Cristo (A.C) y, Después de Cristo (DC); como en la Premodernidad y la Modernidad; como el Antiguo Régimen (Monárquico y basado en la Divinidad) versus el Nuevo Régimen (Libertad, Igualdad y Fraternidad, a partir de la Revolución Francesa). Se trata de un parteaguas que diferencia y que –por invocación o flamígero señalamiento– dio muerte súbita al modelo económico e ideológico neoliberal, a fin de parir la Cuarta Transformación (4T).
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Segunda lindante. Es la tangente que divide al pueblo, a la ciudadanía, a la polis, en dos segmentos binarios; donde no hay lugar para los matices, para las tonalidades, para la complejidad, para la contradicción, menos para la duda. Es decir, o se está decidida y ferozmente en el diáfano lado del “Nosotros”, prebautizado y reiterado diariamente por el presidente de México, o se comete la abominación de estar del lado equivocado; con los conservadores, adversarios y detractores que no quieren la 4T, debido a oscuros intereses. Lo anterior, se quiera o no, se suscriba o no. Es así.
Tercera colindante. Dentro de su gabinete están e irán permaneciendo en la tozuda batalla, en ese “Nosotros”, los que aprendan a campear el recio temporal republicano de la austeridad, sin renunciar a los ideales de la 4T. Ya se fueron dos titulares (IMSS y SHCP) pero se sumó la renuncia de la Secretaria de la Semarnat que, con aire despótico, retrasó la salida de un avión comercial.
Cuarta rayana. Como ningún otro presidente de México lo había hecho, ha puesto en juego su energía personal para desplegar una agenda político-mediática que, por todos los medios, busca conectar con la gente; especialmente con la ancha capa social de pobres y con los de clase media baja. Ha comenzado a destruir la acreditada imagen pública de un presidente que, una vez en la silla, se tornaba inalcanzable, intocable y corrupto.
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