Hasta ahora, haciendo un prematuro e inevitable recuento, se registran dos personajes con distinta jerarquía que han renunciado al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Otra cuestión es que debido a cierto tufo monárquico para evitar perder el aire de mando, el presidente haya dicho: “acepté” tales despedidas.

El 21 de mayo, Germán Martínez Cázares depuso la responsabilidad como Director General del IMSS, aduciendo que: “algunos funcionarios de la Secretaría de Hacienda tienen una injerencia perniciosa en el IMSS y ponen en riesgo la vocación igualitaria, de justicia y, concretamente, de prestación de servicios de salud que tiene el Seguro Social”. La segunda idea que hizo saber al Consejo Técnico fue que: “el presidente [AMLO] proclamó el fin del neoliberalismo, pero [que] en el IMSS algunas injerencias de Hacienda son de esencia neoliberal: ahorro y más ahorro, recortes de personal y más recortes de personal…”.

Curiosamente, después de esta deserción, el propio AMLO incorporó a su agenda el recorrido por una serie de clínicas y hospitales en zonas más desfavorecidas de varios estados de la república y, se aprecia que ha cotejado por su cuenta la situación que durante décadas han vivido estas instituciones de salud pública, en materia de abasto de medicamentos, equipo, materiales, mantenimiento, remozamiento y, desde luego, por lo que toca a la insuficiencia de personal médico y de otros profesionales. Entonces, la situación sí requería abrir la tacaña chequera de Hacienda.

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El segundo abandono del navío, fue protagonizado el pasado 9 de julio por el matemático y economista Carlos Urzúa Macías, como Secretario de Hacienda y Crédito Público. La causa de su separación del cargo se entreteje asombrosamente con la del ex panista Germán Martínez. Urzúa argumentó en su breve misiva: “…se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento […] Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimientos de la Hacienda Pública”. ¡Zas!

Estratégicamente, ambas renuncias fueron minimizadas y consideradas faltas de fuerza para seguir luchando a brazo partido por la ansiada 4T. El mensaje de AMLO está claro: Quien disienta y no aguante, que dimita; con esa libertad se vive en el “Nosotros” que diariamente retoña.