El presidente ha mostrado una pronunciada tendencia a polarizar; lo hace sobre la base de que quienes opinen contrario a su manera de mirar al país, o aquellos que no anhelen ayudar(le) en su cometido, inmediatamente son lanzados al villano costal donde coexisten los conversadores, sus adversarios, los de derecha, sus detractores, los que no quieren el cambio, los desconcertados, los nerviosos, los fifís; en suma, aquellos que rechazan lo que él ha denominado la cuarta transformación (4T).
¿Qué habría sucedido si el PAN hubiese retornado o si el PRI hubiese mantenido la silla presidencial, junto con la mayoría del Poder Legislativo? Mi hipótesis es que varias cloacas se habrían mantenido cerradas. Por boca de la presidencia, nada o muy poco sabríamos del huachicol; de la corrupción en Pemex; del sistema de salud coludido con distribuidores; de camionetas, helicópteros y aviones para servicio de gobernantes y funcionarios; de la descarada supresión de impuestos a megaempresarios y, desde luego, de otras aguas negras. Más que una 4T, es un cambio de régimen que encara la corrupción.
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