He comentado en otras colaboraciones que la contienda por la presidencia de México tiene eclipsadas a las demás justas electorales en interior del país; no es para menos. Lo que se juega es la conducción ejecutiva de la nación. Imagino que candidatas y candidatos al Senado, a los Congresos (tanto en cada entidad como en el Federal) y quienes buscan dirigir los municipios enfrentan un escenario complejo, debido a que: I). Necesitan que se les distinga; II). Requieren ser conocidas(os); III). Tratarán de que no se les asocie a quienes no convenga (partido, coalición o candidato a la grande); IV). Aplicarán estrategias con tal de que no se les recuerde por el mal o mediocre desempeño anterior; V). Intentarán que se les recuerde por sus “buenas” gestiones o, VI). Tratarán de que se les mire con una pizca de esperanza porque, ahora sí, harán bien su trabajo si obsequian nuevamente su voto.

La combinatoria de una a dos condiciones anteriores, puede dar una idea del nudo gordiano que tiene día con día cada candidato(a), faltando únicamente 19 días para las votaciones. Veamos un ejemplo en estas latitudes.

Tal vez te interese: Junio, mes fatigoso

En Metepec se libran tres batallas, aparte de la presidencial. 1). Por el Ayuntamiento, va Carolina Monroy y se enfrenta básicamente a María Elisa Quijada, en la coalición PAN-PRD-MC. 2). Por el Distrito 35, para la diputación local, Miguel Ángel Terrón tiene como adversarios neurálgicos a Marcela Magdaleno Deschamps (PAN-PRD-MC), así como a Bernardo Segura, por Morena-PT-PES. Ninguno de los dos anteriores tiene posibilidades personales frente a Terrón; lo que les da fuerza son los partidos que tienen detrás y, 3). Por el Distrito 27, Alexa Reyes, en coalición PRI-PVEM-PANAL, está frente a Oscar González (PT) y en pugna con José Antonio Fernández (PAN-PRD-MC). Hay más aspirantes, pero aludo a los verdaderos contrincantes.

Miguel Ángel Terrón, Carolina Monroy, así como Oscar González tienen en su hoja de vida la gestión municipal; también han sido parte del poder legislativo. Sus credenciales en el incuestionable lenguaje de los resultados tendrán un papel relevante. Mi punto es que, en general, la gente de la política promete, promete, promete; llega al cargo y se olvida de lo que ofreció a los electores y de aquellos que le llevaron al cargo. Así pasa.