
Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Investigación FAMECOM
El ejercicio del «arbitrium» inició entrada la noche del 1º de julio de 2018. Días después, con esa pujanza de los votos a favor de su movimiento, puso en marcha su capacidad y pactó para que diversos asuntos apagaran motores y deseos tan rentables. Meses atrás dijo que, de llegar, la aeronave de primer mundo se vendería; que ciertas mega-obras no continuarían; que los gastos autorizados por la élite política, basados en alambicada costumbre, serían anulados; que, a cambio, vendrían proyectos cuyas dimensiones serían magnánimas a carta cabal. El poder se anuncia, se materializa en acciones. Esa potencia inmoviliza aquello que estorba o que desaprueba. El poder somete. Es así.
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), mientras repite su mantra «Eso ya se acabó», hace que su imperium (mandato supremo) se aprecie y cuaje también en el Poder Legislativo. Desde luego, advirtiendo que jamás dará línea a los otros dos con los que comparte el rumbo del país. El consenso es deseable, la unanimidad una cereza del pastel, pero si no es factible, con la avasalladora mayoría basta. Lo hizo el priismo veterano durante más de siete décadas ¿Por qué renunciar a lo que el cambio se llevó?
Decía Michel Foucault que, mediante el discurso es como la potestas logra fascinar. Asistimos día a día a mirar los guardados motivos de sus sinos y optimismos porque nos está yendo candorosa, atinada o coléricamente requetebién. AMLO desarrolla a sus anchas su moral política y su libérrimo albedrío. De ahí que utilice un «nosotros» que pinta una diáfana y regordeta raya entre las muchas personas que están con él y quienes, desde el fifísmo Maupassantiano, el neoliberalismo, el conservadurismo o la mafia del poder, portan toga y birrete como «los otros» o, como sus adversarios; jamás sus enemigos, como dicta la etiqueta del buen decir.
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Esas conferencias están a años luz de lo informativo; son el Alfa y el Omega de todo cuanto se pondrá en orden, con austeridad republicana, guste, aplauda o cimbrea quien sea. El possum autoriza, niega, garantiza, ata, detiene, asiente, desmiente o, in extremis, puede aterrorizar, con tal de mantener el orden y cierta paz. Se habían instalado ilegalismos para privilegiar a una clase. Ahora, a pagar impuestos y, lo que haga falta.
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