
Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Investigación FAMECOM
IV. La actividad física o la práctica de algún deporte, es un factor que puede reducir tanto la incidencia como la prevalencia de la obesidad infantil. La dificultad se entreteje tanto en lo familiar, como en lo económico y en lo social.
Para un porcentaje significativo de la población salir a trotar, con fines de activación física, reviste un riesgo para la integridad física; más aún en caso de infantes. En México, la violencia e inseguridad continúan en un ascenso tal, que estremece hasta al Papa Francisco; hay que considerar que debe ser uno de los más protegidos por el Creador.
Con todo ese magnánimo resguardo celestial, el Papa actual no se atrevería a salir a trotar a solas por algunos de los parajes de Tabasco, Estado de México o de Zacatecas. Según la reciente Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Pública (Envipe, 2017) los ciudadanos que se sienten más inseguros viven en alguna de esas tres entidades, con 91.9 %, 91.8 % y, 89. 5%, respectivamente. Así que la activación física oscurece ante un escenario social que obstruye se realización en varios puntos de este país.
¿Se puede hallar el tiempo para arrancarle al día media hora de actividad física? En el caso de los infantes, requieren dirección y supervisión por parte de personal capacitado ¿En las escuelas de educación básica? ¿Cuándo menos 30 minutos diarios? ¿En planteles donde tienen uno o dos promotores deportivos o profesores(as) de educación física para atender a más de 500 o mil estudiantes?
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La obesidad infantil reviste tal preocupación que, si usted revisa la canasta básica de este año, dirigida a la población más vulnerable, dentro de los 40 productos no va a hallar un par de tenis para cada infante o adolescente, una playera o sudadera y, tampoco una cuerda para saltar. De esa magnitud es la preocupación.
¿Quién va a preparar, dentro de los hogares, desayuno, comida y merienda, más dos colaciones todos los días? Las madres están enfrascadas en sus empleos (si los tienen). El machismo de los progenitores les impide dedicarse a tareas domésticas. Hacer viable el plato del bien comer, tiene que ver con los ingresos, para poder comprar: frutas, verduras, cereales, tubérculos, leguminosas y, con moderación, alimentos de origen animal. Para esto, no alcanza el salario mínimo.
Seguiré…
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