En el pedestal más alto yace la maquinaria económica que incentiva el gasto incontinente, desde la infancia. Hay que analizar la postura sanitaria del país que más exalta al dinero, los EE.UU. Nuestro vecino del norte reporta 43 % del total de diagnosticados en todo el orbe. No detendrán su devota actividad económica. Primero don dinero. Digo, digo, primero lo primero. Con más o menos contagiados y, con más o menos muertos por esta causa, retornaremos “escalonadamente”. Sacaremos cuentas claras o turbias al paso de los años; sobre rebrotes de esta pandemia; con sus respectivos contagiados; curados; asintomáticos; muertos, así como los incalculables pacientes negados que formarán parte de las estadísticas, aunque retacados en el cajón de las “neumonías atípicas” u otras causas. El pasado 8 de abril en México teníamos 3,181 personas con COVID-19. Un mes más tarde 31,522 casos reconocidos. Prácticamente diez veces más. Si eso no es “aplanar la curva”, es que prima la mala fe entre conservadores y los antípodas a la 4T.
Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Investigación FAMECOM
Nos ha puesto ante nosotros mismos como sociedad y como sistema de vida. Nuestra sobrevivencia está apoyada en una compleja malla de relaciones e interacciones sociales que ocurren esencialmente en el espacio público. Habíamos pasado inadvertida, durante poco más de medio siglo, esa frágil confianza que sostenía nuestros encuentros cotidianos y que era básicamente innocua para mantener la salud, dadas ciertas distancias cortas frente al otro. Ahora, quien ha estado en el espacio público, sin querer puede convertirse en agente dañino para los demás, incluida su familia; excepto que todas las personas de ese hogar consideren que tal virus no existe y que es una engañifa orquestada, nada más para distraernos de lo genuinamente transcendental.
La economía-mundo pende del anchuroso consumo de bienes y servicios que hacemos día a día y de manera diferenciada. Esa economía global, basada en el comercio, ha entrado en crisis debido al diminuto virus que se transmite de persona a persona, sin que sea visible cómo, cuándo y dónde lo adquirimos. Consecuentemente, el miedo a caer en la enfermedad del COVID-19 se ha colocado cual nube fuliginosa en todo el planeta, en solamente120 días. En este globo cultural que hemos construido, muy bien sabemos qué está primero.
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