Sin embargo, ha llegado la hora de la reactivación económica, a pesar de que el riesgo de adquirir el virus aumente exponencialmente. Eso es lo que debemos entender como “nueva normalidad”. Veremos cómo cambia de rojo a naranja y, de ahí hacia el amarillo, porque así lo ordena nuestra economía y la producción. ¡Es así!
Este coronavirus ha colapsado nuestra condición humana. El virus viaja por el aire. El oxígeno hizo posible nuestra existencia. Al respirar cerca de la persona querida, amada, anhelada, mutuamente nos expondremos al peligro del COVID-19.
Otro factor que filogenéticamente nos humanizó fue el habla y, dentro de ello, el lenguaje como invención civilizatoria. Ahora, en las distancias cortas, esa expresión lingüística abre las fauces del riesgo; peces que podríamos sufrir o morir por nuestra propia boca.
Nuestras emociones, desde las primarias hasta las más sofisticadas, en buena medida se manifiestan a través de nuestras interacciones y fluidos cuerpo a cuerpo; el saludo; los abrazos; las caricias de distinto calibre y propósito, así como los besos, hunden sus raíces en el pozo de nuestra vida. Con las precauciones correspondientes, hallaremos la manera de recuperar y sostener nuestra existencia, mientras dure.
Dejanos tus comentarios