Una parte de la comunidad LGBT+ mexiquense espera que en este mes de junio, por demás emblemático para su movimiento, ahora sí tome fuerza la reforma al código civil que propone el PRD, a través de la iniciativa que impulsa la Diputada Araceli Casasola Salazar y el Diputado Omar Ortega Álvarez.
La visión que tercamente ha frenado el matrimonio igualitario en el estado de México y en otras entidades del país, pasa por alto que vivimos en un Estado laico, no clerical; se estremecen al imaginar que millones de gays o lesbianas irán, cual estampida, al día siguiente de la aprobación, a pedir la mano de sus hijos o de sus hijas para casarse.
Si algo más va a la baja es el matrimonio; un porcentaje considerable de parejas que se aman, al margen de su orientación sexo-genérica, no desean contraer nupcias, ni por vía civil ni religiosa. Lo que sí provoca ese rezago jurídico en suelo mexiquense es: exclusión y discriminación debido a la orientación sexual y, eso es anticonstitucional, aquí y en Taiwán.
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