
Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red FAMECOM
En el océano de aguas fétidas que tenemos en el país, diariamente salen a flote inmundicias, así como intensos sufrimientos que (casi) habían desaparecido del asombro o de la sensibilidad. ¿Que fenómenos como los sismos dañan sin avisar? ¿Qué eventos como los huracanes o las tormentas fustigan inundaciones y destrozos? Está a la vista y la historia de la humanidad lo registra.
Pero el velo sigue corriéndose para dejarnos ver que, en el océano de la corrupción, la negligencia o el consabido “moche”, tiene costos altísimos a escala humana, económica, así como en el desarrollo del país, de las regiones, de los municipios, de las comunidades, de las familias y de las personas directamente afectadas.
¿Por qué aquí colapsó, pero a unos cuantos metros no? ¿Por qué allá se fracturó sin remedio, pero a menos de una cuadra (arriba, abajo, al lado) no se registraron los daños en esas anchuras? El Colegio Rébsamen, otras construcciones, trozos de carreteras, puentes, clínicas, hospitales, escuelas, casas, multifamiliares, iglesias, tiendas y bardas, se tornan en puntos clave para indagar la “etiología” de esos daños empeorados.
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El compromiso histórico, ético y social que tienen los peritajes –en forma y fondo— consistirá en aportar información válida, confiable y escrutable, basada en metodologías que vienen de las llamadas ciencias duras, para dejar claro qué corresponde a la fuerza descomunal de los movimientos telúricos o climatológicos recientes y, cuáles desdichas humanas o materiales hierven en las ollas de la complicidad, el enriquecimiento perverso, las simulaciones, los pactos, arreglos, “ajustes” y porcentajes que han provocado los devastadores resultados que día a día se advierten en el océano que nos impide ser un país mejor.
Las otras dos partes que han de iluminarse para apreciar a cabalidad todo, son aquellos casos en los que tienen que ver con la pobreza y la marginación que azota al país. Muchos sitios resultaron afectados penosamente porque desnuda llanamente, desde la miseria, a la gente que se las arregla para hacerse de una propiedad que atesora y que les hace feliz, a su modo. Otros inmuebles colapsaron por abandono acumulado; por falta de mantenimiento; por depender de la voluntad de los demás y, por vejez ¡Las desgracias, deben clasificarse!
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