
Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red FAMECOM
Es una palabra-poder frecuentemente pronunciada. Quizá donde más se ha manoseado este voluble término ha sido en la política y, en segundo lugar, entre empresarios. No olvidar que entre gobierno e industriales han forjado un matrimonio tácito, aunque fallida e hipócritamente ignorado. Cierto es que la religión también ha operado como eje transversal en la historia de los países, sacando la mejor raja para sus arcas.
Cuando una persona está encumbrada en el poder a través de los cargos y/o del dinero ganado en cantidades industriales, o quienes están dentro de «los equipos de trabajo», florecen por generación espontánea muchas, numerosísimas personas que se adscriben o que se visten ipso facto con los trajes de la amistad.
Advertía Marco Tulio Cicerón, hace poco más de dos mil años, que esta forma de relación nace de favores recibidos y otorgados. ¿Se acaban los beneficios? Igualmente concluye la devoción. Es decir, es pura y dura comodidad; muchas ocasiones viaja entre ambas partes tal propósito ultra-pragmático. Está lejos de ser una virtud, en tanto este arquetipo de relaciones humanas responde a favores que interesan a ambas partes, aunque usualmente en medidas asimétricas.
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Igualmente acampan en el mundo aquellos «afectos» que están pegaditos a la persona que ha sido afortunada temporalmente o por algunos dadivosos años. Entonces el traje preferido de los utilitaristas es la lisonja, la alabanza, la adulación desenfrenada y el diarreico embeleco, con tal de recibir los bienes anhelados, mientras la fortuna o el cargo del benefactor o bienhechora, decanten los apoyos pretendidos. Tampoco califica este ejemplo de vínculo como integridad espiritual, si la gracia fluye en una dirección, a cambio de convertir la saliva (y las actitudes) en hipócrita elogio y en artificiales reconocimientos.
Aunque escasa, existe una amistad virtuosa. Los buenos amigos y amigas nutren el sentido de nuestra felicidad, decía el gran Aristóteles, en su paradigmático texto Ética Nicomáquea. Saber cultivar esta forma de relación es pura Philia, es un tipo de amor que florece entre ambas partes; no existen cuentas, cuentos, ni trampas; ambas personas se deben protección, pero honestamente. Cada uno(a) respeta a ese ser humano que motiva la relación, a pesar de que no se coincida con él o con ella.
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