Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red FAMECOM
La Familia, escrita así, con ele mayúscula, seguida de la efe capital, connota a la familia heterosexual, conyugal-nuclear, monogámica y qué mejor si profesa la religión católica. En México, a dicha institución sociocultural la defienden ferozmente, cual bastiones, la iglesia católica, un sinnúmero de leyes que –dicho sea de paso—están perdiendo terreno y, desde luego, grupos conservadores como: el Partido Acción Nacional, el Partido Encuentro Social, así como Organizaciones de la Sociedad Civil de viejo cuño denominadas Provida y la Asociación Nacional de Padres de Familia. También danzan varias universidades privadas que, florecientes en un Estado Laico fallido, imparten planes y programas de estudio con dosis de contenido religioso.
A escala internacional La Familia ha recibido varios misiles en los últimos tres siglos. Hacia finales del siglo XVIII, la revolución francesa separó a la Iglesia del Estado. Fue a inicios del XIX cuando la Iglesia Católica comenzó a perder irremediablemente el imperio sobre la institución matrimonial que, además, canónicamente continúa indisoluble (a menos que se disponga de dinero y poder para obtener la piedad del Vaticano). El matrimonio se hizo contrato y, poco después, surgió la figura del divorcio. En México, el mérito de ser el primer divorciado civil en México se lo llevó Félix Palavicini, carrancista de pura cepa.
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La planificación familiar, con distintos métodos anticonceptivos, ha sido otro de los proyectiles que han debilitado a la familia, pues va contra uno de los mandamientos de la santa madre iglesia católica. La pastilla cerró el paso a aquello de “creced y multiplicaos”. Por ende, el arte del fornicio, hecho vicio, prosperó.
Dos factores recientes han adquirido visibilidad. El primero es el de los matrimonios igualitarios –permitidos en todo México según la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)—. El segundo, el derecho a que las mujeres decidan cuándo desean ser madres o, si quieren o no procrear. El sábado pasado, mediante referéndum, la sociedad irlandesa votó, con 66.4%, a favor del derecho a interrumpir el embarazo, hasta la 12va semana, si así lo desea la mujer. Una expresión que, venida de una sociedad que se declara mayoritariamente católica (78%), indica que a la Iglesia se le ha puesto un límite más.
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