Es una empresa que incursionó en la industria aérea en 2005. Dos titanes están al mando; en la cúspide, Miguel Alemán Velasco, un priista veracruzano de pura cepa (hijo de Miguel Alemán Valdés, presidente de México de 1946 a 1952) que gobernó su estado natal entre 1988 y 2004. Como segundo de abordo está su hijo Miguel Alemán Magnani, quien opera como socio de Radiópolis, además de haber sido el productor de la serie televisiva dedicada a Luis Miguel.

Según las noticias, Interjet no la pasa bien y cada día está más endeudada. En el año 2018 perdió 500 millones de pesos, a pesar de ser una compañía que se pavonea con 30 destinos en territorio nacional (casi todos en zonas costeras), 11 en Estados Unidos de Norteamérica, tres más en Canadá, 12 en Centro y una parte de Sudamérica.

Ante la situación crítica que vive esta empresa aérea, el pasado mes de abril, ya con la 4T encima, los Alemán, humildes obreros de la aviación, consiguieron un crédito –otorgado por Bancomext—por una lívida cifra que ascendió a 150 millones de dólares. Realmente una bicoca si se compara con la deuda externa que tiene México. La división entre política y dinero todavía espera socarronamente. Hay que tener paciencia y no ser desconfiados. ¿Quieren pasar al club de “los adversarios”? Mediten.

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Entre los altos costos de la turbosina y la competencia desleal que burbujea en los barrios aeroportuarios –ya que mutuamente se “hurtan” pilotos y sobrecargos–, los Alemán están aplicando la bribona estrategia “eficientista” basada en provocar recurrentes retrasos, cancelaciones y en la ajada calidad de sus aviones.

Es común que usted pague un boleto de avión que, según la oferta de Interjet, saldrá a una hora determinada. Con cierta frecuencia tal salida no ocurrirá si el número de pasajeros no cubre al menos 85 o 100 por ciento de los asientos de sus aerotransportes. Los subterfugios son los siguientes: 1) “Se reprogramó” su salida, ergo, se canceló ese horario pero no se lo dirán. 2) El vuelo “está demorado”, cuando en realidad han decidido juntar a los pasajeros de un vuelo semilleno con el siguiente, a fin de atascar la aeronave y hacer rendir la onerosa turbosina.

Lucran impunemente con el tiempo de sus clientes.