
Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red FAMECOM
Así que pensar que los y las jóvenes son un grupo homogéneo que requiere de: estudios, participación política, social y (auto) cuidados –que desde luego son necesarios—es imaginar a este segmento de población de manera monolítica. Ello está lejos de ser una realidad.
Últimamente, a la manera de lo que ahora se denomina “Alerta de…” en diversos medios, espacios sociales e hipermedios, se manifiestan inquietudes por el ascenso en México en torno al embarazo adolescente, es decir, por aquellas jóvenes menores a los 20 años que sin pretenderlo, un día descubren que están esperando bebé; sin ser obra del espíritu santo, desde luego. Durante las últimas dos décadas las y los jóvenes están iniciando a edades más tempranas sus primeros encuentros de cama.
Sin embargo, los embarazos imprevistos en el segmento de adolescentes se presentan con mayor frecuencia entre: 1). La población indígena (las más pobres entre los pobres) o en comunidades rurales. 2). Quienes no concluyen la educación primaria o tienen secundaria incompleta, independientemente de que vivan en zonas rurales o urbanas. 3). Carecen de acceso a los servicios de salud, para recibir insumos de prevención y, 4). Quienes carecen de una red de ayuda para saber cómo llevar una vida sexual saludable, libre violencia de pareja y con derecho al placer.
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Lamentablemente, los planes y programas de estudio de educación básica y media superior, en materia de sexualidad, continúan siendo impartidos a las(os) estudiantes con un enfoque biologicista, puramente médico, heterosexista, machista, esencialista y consecuentemente conservador. Basta hojear los contenidos curriculares e ilustraciones, así como pulsar la falta de actualización de muchos de sus docentes, quienes regularmente traslucen una visión pecaminosa y vergonzosa acerca del deseo sexual, sus orientaciones, identidades y múltiples prácticas.
¿Que hace falta? Un tratamiento actualizado, laico, multi e interdisciplinario del continuum de las sexualidades, de sus prácticas y de las diversas orientaciones, identidades, con pleno respeto a los derechos humanos. Otro aspecto que clama nuevas políticas públicas en un país que pugna por la libertad (de pensamiento y acción) y por una auténtica posición laica en la educación, entre otras promesas.
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