Mercadotecnia verde

Mercadotecnia verde

Fecha de Publicación: 30/09/2019

Esta columna fue publicada en el periódico Milenio Estado de México.

Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red FAMECOM

El interés por el cambio climático tiene casi dos siglos. Los trabajos pioneros se ubican en 1824, cuando se inició la investigación sobre el efecto invernadero. Le debemos las primeras advertencias al físico-matemático francés Jean-Baptiste Fourier. Desde aquel tiempo hasta la fecha, ha quedado claro que nuestra actividad humana ha generado el cambio climático.

A partir de la década de los 90 -en el pasado siglo XX- comenzó a emplearse el término Marketing Verde (Green). En el ámbito público, uno de los impulsores más visibles fue el recordado vicepresidente de los EEUU Albert Gore, quien había trazado un largo camino como ambientalista desde que era congresista por el ala demócrata allá en los años 80. A finales de esa misma década la ONU creó el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC).

Esta fue la atmósfera que sirvió para el despunte y crecimiento de lo que actualmente se conoce como mercadotecnia verde, ecologista o ambientalista. También ha servido para que la articulación entre productores, consumidores, materias primas e innovación tecnológica se reorganicen y se modifiquen articulada o secuencialmente, aunque los avances e iniciativas muestran grandes problemas para su concreción.

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Minimizar el daño al medio ambiente exige, entre otras cosas, emplear insumos orgánicos o naturales; en otros casos, materiales reciclables, reusables o biodegradables; utilización de químicos no tóxicos; modificar el material de los empaques; reducir el impacto nocivo generado por la transportación de los productos y, el uso de fuentes de energía alterna.

Ha de existir un proceso de concienciación en los consumidores, pero también mayor capacidad económica ya que el precio de las mercancías “verdes” suele ser mayor que las convencionales. Los empresarios deben estar dispuestos a realizar grandes inversiones en maquinaria, procesos, capacitación y logística para girar hacia los bienes ecológicos. En otros casos, implica la clausura del negocio, como está ocurriendo con las bolsas de plástico de un solo uso. El desempleo es un daño colateral inadvertido.

Lamentablemente existen empresas que están colocando el sello o la etiqueta verde en sus objetos a la venta, sin que ello esté verificado por ninguna autoridad, tornándose en falsa publicidad y en engaño perverso.

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