Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red FAMECOM
En el censo de 1900, todavía porfirista, 99.4 % de la población se declaraba católica. El resto se distribuía entre protestantes, budistas, mormones, mahometanos, israelitas, griegos y, poco más de 18 mil dijeron “sin culto”; la mayoría de los “sin credo” radicaban en Jalisco, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz o Tabasco. Respecto a los protestantes, el segundo en cuanto a seguidores, aunque a una distancia abismal respecto a los católicos, radicaban mayoritariamente en el Estado de México o en la capital del país; apenas eran 51,795 almas protestantes.
La población, según rangos de edad, dejaba a la vista un país con una alta carga en el mundo adulto. Casi la mitad de los 13 millones de habitantes (47 %) tenía entre 2 y 20 años de vida. Quienes habían cumplido entre 21 y 40 años de existencia representaban 31 % del total. Aquellas personas que habían pasado de los 50 años y más, constituían 8 % en todo el territorio. Digamos que, como ahora la conocemos eufemísticamente, difícilmente se podía llegar a la edulcorada “tercera edad”, es decir, a la vejez.
Las guerras intestinas y las invasiones que se registraron durante la segunda mitad del siglo XIX, articuladas con lastimosas epidemias como la viruela o el tifo, más una serie de condiciones laborales infames que se recreaban en minas, haciendas, zonas ferrocarrileras, fábricas de cerveza, de textiles, vidrio, o de acero, erigieron el soporte material e histórico que nos esculpió un rostro —de ese 1900–, cuya población era mayoritariamente explotada, analfabeta y desnutrida, pero eso sí, temerosa de Dios y fervorosa guadalupana.
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Hay que considerar que la religión católica, así como su raíz judeo-cristiana, promete el cielo y la ausencia de necesidades post mortem y que, según el apóstol Mateo 5. 6 “Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”. Con poco más de un siglo a cuestas, acá en México el hambre y la sed de justicia continúan vivas en casi la mitad de la población actual. Menos mal que la 4T ya llegó, ya está aquí.
El analfabetismo era gigantesco, en tanto 80 % de quienes tenían 12 años o más, reportaba dicha situación. Poco más de dos millones de habitantes sabían leer y escribir; la mayoría vivía en Jalisco, Distrito Federal, Puebla, Veracruz, Guanajuato, Estado de México o en Michoacán. Seguiré…
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