Luis Alfonso Guadarrama Rico
Coordinador Ejecutivo de la Red FAMECOM
El país se asomaba al siglo XX. A cuestas cargaba varias reelecciones del antiguo antireleccionista Porfirio Díaz; buen alumno del Presidente Benito Juárez, quien también practicó el deporte de prorrogar mandato y, luego, consiguió la “ratificación” de dos periodos más, mediante “justificados” votos en las urnas. Díaz se había reelegido el 1 de octubre de ese año, para un enésimo cuatrienio, de 1900 a 1904.
En el naciente siglo, con el régimen porfirista como aliado, México había logrado remontar el anticlericalismo que había legado el juarismo y sus Leyes de Reforma, es decir, la 2da Transformación (2T). La Iglesia Católica seguía recuperando parte del terreno perdido.
Para quienes trabajaban en las fábricas, la jornada era de diez o 12 horas diarias. Si se descomponía alguna máquina que operaba el obrero u obrera, la reparación se le descontaba de su salario durante meses. La tienda de raya, como sistema de pago, de control y de explotación era la tónica en gran parte del territorio. En los últimos meses de 1900 cobrarían relieve publicaciones periódicas como: Regeneración, con las plumas de Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia y Enrique Flores Magón. Enseguida del ansiado Primer Congreso Liberal, los Flores Magón pasarían de ser considerados “come-curas” a militantes anti porfiristas.
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Cinco años atrás, había llegado a la capital del país el primer automóvil impulsado por gasolina; a manos de su dueño, Fernando de Teresa; un sábado 6 de enero por la tarde-noche, comenzó a circular en él, entre algunos carruajes tirados por caballos, a la sorprendente velocidad de 16 kilómetros por hora. Tiempo más tarde, el jerarca Porfirio Díaz solicitaría su automóvil.
Se había comenzado a iluminar la capital con focos eléctricos. Las lámparas de gas, poco a poco se irían retirando de los edificios públicos, casas, tiendas, teatros, hospitales y de las principales calles de la Ciudad de México. Será el mismo dictador quien inaugurará el cambio de cuatrienios a sexenios en la silla presidencial, al ser reelecto para el periodo 1904-1910. Su genuino plan era mantenerse –nada más—otro periodo, de 1910 a 1916.
El problema fue que estalló la Revolución (la 3ª Transformación, 3T) y el político oaxaqueño se tuvo que marchar fuera de la patria, en el buque Ypiranga.
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