El “Día Internacional de las Familias” apunta hacia un movimiento que reconoce la diversidad de los hogares. Es cierto que en gran parte de la cultura occidental predomina la estructura conyugal-nuclear y monogámica; lo que no implica la exclusividad amorosa dentro de la pareja. Sin embargo, desde la segunda mitad del pasado siglo XX, se diversifican cada vez más las formas de vida en los sistemas domésticos.
En México, hay sectores de la población y políticos a los que les gusta idealizar a “La Familia Mexicana”; colocándola en uno de los inmaculados pedestales; deseando sacralizarla con unas cuantas frases. Tal imaginario social se nutre más de algunos filmes nacionales de los años 40 y 50, que de la tozuda realidad.
Claro que existen hogares en los que virtudes como la unión, la solidaridad, la protección, el cuidado, la comprensión, la aceptación, el desarrollo de capacidades, la armonía y el amor, afloran cadenciosamente con la respiración de cada integrante, pero no es menos cierto que la circulación de tales afectos, se debe buscar y edificar con mucha fuerza, intención, dedicación, fervor e interés. El fracaso, así como la victoria parcial, son la constante en esa lucha cotidiana.
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Por ejemplo, cuando los ingresos económicos escasean por la pérdida del empleo, tales afectos se truecan agrestes, o desdichadamente afloran maneras ríspidas e incluso violentas. Entonces la morada pierde los encantos fabricados por aquellas febriles cabezas.
El estereotipo familiar está nutrido con una pareja heterosexual, con descendencia propia (preferentemente niña y niño), con domicilio propio; si la madre y el padre tienen empleo, la aportación más generosa debe proceder del masculino; como cereza del pastel se podría aplaudir que sus integrantes profesen la religión católica, o bien, que por lo menos sigan las enseñanzas de Jesús, el nazareno.
Así, de un plumazo, son excluidas las familias monoparentales; quienes tienen hijos e hijas con parejas previas o simultáneas; quienes no profesan ninguna de las religiones de base judeo-cristiana; las homoparentales; las de estructura mixta: tus hijos, los míos y los nuestros; tus hijos y nosotros; con descendencia trans, etc. De ahí que el 15 de mayo haya sido troquelado, también, para celebrar la diversidad familiar, aunque en resguardo por COVID-19.
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